
Era un niño que deseaba que llegarán los Santos Reyes, no
pedía nada en especial pero ellos sabían que quería y me traían una bicicleta
rodada 28, era feliz con ella ayudaba a mis padres a hacer mandados y a cargar

cosas de un lugar a otro
me encantaba que me enviarán a recoger cartones de cerveza vacíos a las casas
de los clientes de mis padres, le colocaba hasta 7 cartones, los amarraba muy
bien y echaba mi delgado cuerpo hacia
adelante del manubrio para que no “respingara la bici” pues el peso era
demasiado, así recorría los sábados y los domingos las calles empedradas de mi
pueblo Amatlán de los Reyes, Veracruz, iba de un barrio a otro, por ejemplo de
Quimiapa (con un señor que le decían la tuza) a La Colonia (con otro señor que
era Eustolio, el panadero) y a veces más lejos allá por el Pozorrón (que era un
lugar bello pues era una poza donde se podía nadar, había aguas cristalinas y
una bella cascada) así trabajando disfrute esa bicicleta como nada en el mundo.
Me acuerdo que tenía un compañero, el Güillo le decíamos, con el un día cada
quién en sendas bicicletas hicimos un recorrido de Amatlán, Peñuela, Potrero,
Cuitlahuac y nos seguimos por la carretera libre y llegamos hasta un lugar que
se llama La Tinaja, ya era tarde cuando veníamos de regreso al pueblo y lo
hicimos a toda velocidad porque no teníamos buenas luces, bueno mi bicicleta si
ya que le había puesto un dinamo grande y un foco de esos padres que hacen ver
a la bici como algo más que una simple bici; al llegar a casa me pusieron una
mega regañiza pues ya era noche y había salido muy temprano, pues hoy sé que
habíamos recorrido ida y vuelta como 160 km ¡ah qué tiempos aquellos! Sin
embargo debo decir que los Santos Reyes habían tomado esa bicicleta de mi tío
Serafín y la arreglaron bonito y me la trajeron a mí. Mientras que a mi tío le
trajeron una … ¡motocicleta carabela 125 cc blanca! Que también la ocupaba para
cosas del quehacer diario pero también para salir con los cuates y disfrutarla,
a mí me llevo en dos ocasiones de copiloto y disfrute mucho esos dos pequeños
recorridos y me prometió que me iba a enseñar a manejarla, así ´pasaron los
meses y bueno nunca se pudo

aprender a manejarla ya
que desgraciadamente mi tío se fue a estrellar en un árbol y la moto se deshizo,
a él no le paso gran cosa; y yo ya no heredé esa moto, y alguna vez intente
decirle a mi padre

que si me compraba una
pero ni loco cada vez que llegaba el periódico el Mundo de Córdoba, Veracruz si
traía una noticia de un motociclista accidentado, me decía, ¡mira, te vayas a
matar! y bueno fui creciendo entre a la prepa y seguí mis estudios en el D.F.
me case muy joven y tuve que entrarle al sostén de mi familia y a seguir en la
escuela, pasaron los años y un día que fui a dar un curso en Querétaro y yo iba
en el autobús del lado de la ventanilla, vi pasar a un grupo de motociclistas y
no sé qué magia sucedió que vi mi rostro reflejado en el cristal de la ventana
del autobús y ya no estaba ese rostro joven, alegre, vacilador ahora se veía un
rostro maduro lleno de líneas de expresión definidas por las duras pruebas que
la vida le había puesto como reto para ver de que estaba hecho; sin embargo en
mi interior estaba ese chaval y lo sigue estando. Así fue que tome la decisión
de no despedirme de este mundo sin antes aprender a andar en una motocicleta y
urdí un plan para aprender a manejar, comprarla, equiparla y equiparme y lo
mejor de todo ¡Salir a rodar por donde sea!
Ahora son miles los kilómetros que he recorrido por
ciudades, valles, montañas, he cruzado varios estados del país y hasta he
salido fuera del territorio

nacional, disfrutando
como ese chaval de antaño pero con 35 años de experiencia en la vida para
hacerlo lo mejor que se pueda, aunque en esto de la seguridad no hay nada
escrito que sea la solución a cualquier infortunio. Hoy además de haber
recorrido muchos kilómetros también he encontrado a muchos amigos y compañeros
de donde voy. ¿De qué tamaño es mi moto? Muchos se habrán de preguntar, para
aquellos que no me conocen solo quiero decirles que es una Suzuki GN125H ¿Qué
porqué no tengo una más grande? Bueno pues por falta de recursos pero debo
admitir esta moto y yo hemos hecho cosas juntos tan padres que no me imagino
vendiéndola pues sería como entregar parte de mi historia.
La historia no acaba cada que puedo salgo a rodar unos
cuantos cientos de kilómetros aunque todos los días llueva, truene o
relampaguee o haya neblina calor o frío no me bajo de la moto, pues todos los
días va conmigo a la oficina y regresamos de noche. Es emocionante planear un
viaje con meses de anticipación, tantas cosas por considerar y tantas que
suceden al hacer el viaje. Cuando recibo los saludos de la gente que va en sus
automóviles o cuando llego a un poblado y convivo con esa gente o cuando voy a
ver a mi familia en la moto y todos me regañan y me dicen “¡estás bien loco
carnal!” o cuando mi madre me dice “¡loco cuídate ya no eres un chamaco”! y
vienen a mi mente tantas cosas que me hacen feliz y vivo la vida que quiero, la
que puedo y la que me hace diferente a mí mismo años atrás.
Estimado amigos lectores de este bello blog, espero que
estas pocas líneas hayan sido de su agrado, espero ir publicando poco a poco
relatos cortos de mis viajes y otros tips sobre el cuidado de la unidad y las
precauciones que debemos considerar al rodar ya sea de día o de noche, bajo el
sol abrazante o el frío congelante, o la neblina y la lluvia o brisa. Por lo
pronto reciban un cordial saludo de su amigo el Prof. Pitol
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios. Recibe un saludo de este tu amigo.